Amo la noche reflexiva, para la memoria, Amo la Luna tranquila, para mis historias. Amo el momento en donde todo termina, Y mi alma suspira, diciendo, tranquila...

Todos buscamos la felicidad, pero a menudo ese vacío en nuestro corazón es la ausencia plena de ella. En etapas desesperadas, nos esforzamos por encontrarla, pero no somos capaces de alcanzarla. Y en ese empeño, terminamos muriendo sin conocer la felicidad eterna, solo experimentando una felicidad pasajera y dolorosa que podría tener el nombre de cualquier cosa.

Por la noche y madrugada, donde el sol y las personas callan, el viento y el ambiente se disfrutan. Creo que este podría ser el tesoro del introvertido: un descanso para quien está perdido, sumido en una dulce calidez que pocos pueden ver.

Hoy es un limbo de confusión en la alegría, No puedo evitar escribirte en rima, la poesía me ayuda a expresar lo que nadie comprende ni comprenderá. Te puedo decir que el cansancio quiere ganarme una vez más, pero jamás le daré la oportunidad.

Estamos en busca de compañía y consuelo para el pasado tormentoso que nos dejó la vida. Ese grito que me hace temblar y angustiar es un trauma no muy fácil de curar. Tampoco quiero recordar. Nunca entendí mi historia, mucho menos tú la entenderás.

No comprendo la psicología, ya que no la he estudiado, y los supuestos resultados varían según el ser humano. Dos personas pueden crecer de la mano, mismos problemas, mismo pasado; uno dormirá poco y otro demasiado; uno será sociable y otro estará aislado. No somos iguales, es obvio que no, pero el punto es que simples palabras que tratan de resumir un universo jamás podrán estar cerca de entenderlo.