No te rindas a los malos momentos, lucha, hasta que estés bien. Sobrevivir a lo que considerabas imposible te enseña que no hay adversidad que no se pueda superar mientras haya vida. ¡Tú puedes!

Disfruta cada instante, el tiempo no perdona a nadie ni nada.

Busqué en tu presencia lo que faltaba cultivar en mi persona, gracias por compartir aquello que no supe comprender.

Quise embotellar mi tristeza, hacerla tan dócil como oxígeno transportable, lista para ser liberada en el momento indicado. Pero es imposible capturar un sentimiento tan volátil en un lugar que no es apto, sin el cuidado necesario. Cuando menos lo esperaba, ya flotaba a mi alrededor, una presencia ineludible. Aunque era consciente de su existencia, elegí ignorarla. Me acostumbré tanto a su compañía que su verdadera importancia se diluyó. Ahora me pregunto, ¿cómo puedo controlarte, si eres tan...

¿Dónde está mi primer amor? Te veo en cada amanecer y atardecer que se va cada día, y no podemos contemplarlo juntos. En ese café o chocolate caliente que nos faltó por tomar en un día lluvioso, en ese picnic en una tarde soleada contemplando el mar, en esa película acurrucados un fin de semana y en aquellos bailes descoordinados en un intento de romper con la monotonía. ¿Dónde estás? Pero aún te espero para vivir y compartir aquellos momentos, vivencias y locuras que surjan de cada uno.

Si estás pasando por un mal momento y no puedes cambiar tu situación actual, nada ganas sobrepasándote. Busca lo que te dé momentos de alegría, olvídate de tus problemas y sonríe. Sube ese ánimo, espera, que nada perdura por siempre.

Que la añoranza a tus recuerdos sea solo anhelo para volver a revivirlos y no un recordatorio de lo que perdiste.

En un día lluvioso lleno de labores cotidianas, comprendí que la melancolía también tenía su encanto.