Cuando todo termina
Pero cuando termina de verdad,
no es necesario mensajes de despedida,
ni tener que reprochar o hacerle entender
al otro que tanto te dolía, que tanto
daño sentías por sus acciones,
por su falta de interés y por las dudas
que se metían en tu cabeza como un gusano
devorándote las neuronas y, de repente,
te invade el silencio.
Ya no hay preguntas ni reproches,
solo te dejas morir intentando sobrevivir.
Ya no te preparas para el siguiente round,
solo escapas de ahí, te llena.
