El mayor riesgo no es fallar, sino no atreverse a intentarlo. El fracaso es solo el camino a un aprendizaje más profundo, la inacción, la verdadera derrota.
Como el bambú que se dobla con el viento, nuestra verdadera fortaleza reside no en resistir el cambio, sino en nuestra capacidad de adaptarnos y crecer a pesar de la adversidad.