Siempre creí que el amar era como un río: fluía lentamente, ibas hacia la cascada. Pero ahora que he crecido me doy cuenta que es como el mar: habrá tormentas que nos hagan tropezar. Pero tú tendrás que pasar esas tormentas y volverte a levantar como el capitán que eres de tu barco. Y en este caso, de tu corazón.