He cometido errores que me han hecho crecer y me han llevado hasta el punto en el que estoy ahora. En algunas ocasiones dañé a otras personas y otras me hicieron daño a mí. Muchas de las cosas que pasaron, ninguna fue con intención. Todo se dio con el transcurrir de la vida y por las mismas circunstancias. Sé que no hay un borrador para enmendar los errores, pero sí sé que cada caída ha sido con un propósito: el reconocimiento de mi debilidad humana y la multitud de la misericordia de Dios.