Me estresé, lloré, me angustié y muchas veces me llené de desesperación por las cosas que no llegaban, que no se daban como yo deseaba. Quise rendirme... Y al final comprendí que mi paz y mi tranquilidad no dependen del dinero 💰, ni de las propiedades, ni de los lujos, dependen de mi relación espiritual con Dios, del agradecimiento con la vida y de la conexión con la naturaleza.
Hoy no quiero encajar en ningún modelo, ni mucho menos agradar a otros. Amo mi soledad, que no es soledad, es la recuperación.