El éxito no es el final del camino, sino una consecuencia de quién te conviertes en él. Forja un carácter inquebrantable, cultiva la sabiduría con cada experiencia y mantén viva la motivación que te impulsa.
Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad.
El verdadero éxito no se mide solo por lo que alcanzas, sino por la persona en la que te conviertes en el camino, forjando un carácter con cada desafío superado y una sabiduría profunda con cada reflexión.
La verdadera liberación comienza cuando dejas de buscar la aprobación en el espejo de los demás y encuentras tu propio reflejo de valor en la quietud de tu alma.