He cometido errores que me han hecho crecer y me han llevado hasta el punto en el que estoy ahora. En algunas ocasiones dañé a otras personas y otras me hicieron daño a mí. Muchas de las cosas que pasaron, ninguna fue con intención. Todo se dio con el transcurrir de la vida y por las mismas circunstancias. Sé que no hay un borrador para enmendar los errores, pero sí sé que cada caída ha sido con un propósito: el reconocimiento de mi debilidad humana y la multitud de la misericordia de Dios.
El camino que he transitado en mi vida no ha sido en línea recta. He experimentado subidas y bajadas. Algunas han sido tortuosas, otras han sido de gran reconstrucción y edificación personal.
Mas, con todo lo que he sido y con todo lo que soy, agradezco infinitamente a Dios.
Gracias, Dios.
Sólo Tú sabes cuántas lágrimas, cuánto esfuerzo y cuántas noches en silencio he entregado para llegar hasta aquí.
Lo que hoy tengo no es suerte, es el fruto del sacrificio, del trabajo constante y de nunca soltar tu mano.
Cada paso lo he dado aferrado a ti, y por eso sé que todo lo que viene será aún mejor.
Porque cuando uno camina con Fe, el destino se transforma en propósito.