No es la ausencia de problemas lo que te define, sino la firmeza con la que navegas a través de ellos, aprendiendo de cada tormenta para apreciar aún más la calma.
A veces, el verdadero progreso no consiste en acelerar el paso, sino en detenerse un momento para reevaluar la dirección. La sabiduría está en saber cuándo hacer ambas.
No busques la felicidad en el lugar donde la perdiste, porque el camino de regreso es siempre una invitación a encontrar una versión mejor de ti en un nuevo horizonte.